Todos sabemos que en nuestra cultura el acto de comer es un acto social y de celebración. La comida en compañía y compartida sienta mejor. Por eso, aunque el aporte de nutrientes está asegurado por la residencia, traer un obsequio en forma de merienda a un ser querido puede llenar de gozo a unos y otros.

Para ello debemos tener en cuenta las características de cada uno de los residentes: diabéticos, con dificultad para tragar…. Derivados lácteos (natillas,
flanes), zumos, galletas o pequeños dulces hechos en casa son las mejores opciones, siempre adecuando la textura y características al residente. La cantidad
debe ser pequeña, justa para el momento y que no interfiera con el resto de comidas.

Con estas premisas, la merienda se convertirá en doblemente saludable ya que tendrá el valor nutritivo adecuado a cada caso y se tomará en compañía de un ser querido (hijos, nietos, amigos…), compartiendo un momentos de ocio y placer. Aunque no tiene que ser una norma, en ocasiones especiales, o no tan especiales, se podrían contemplar estas meriendas saludables.

Dra. Pilar Dolader
Médico de Santa Justa

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